
Las corridas de toros es una de las mal llamadas diversiones más antiguas que existe, los primeros que practicaron la tauromaquia fueron los habitantes de la isla de Creta en Grecia. Desde esa época se ha expandido por países desarrollados, subdesarrollados y en vía de desarrollo, lo que al parecer convierte esta festividad en un fenómeno que abarca gran parte del planeta.
En el caso colombiano, la tauromaquia ha incursionado en las ferias celebradas en diferentes ciudades, corregimientos, o poblaciones del país y se convierte en un referente por ejemplo de la feria de Cali o la de Manizales. Asistir a un evento de estos es para tener realmente la sangre fría y el corazón de hierro, pero al parecer el colombiano se ha acostumbrado a las espectacularidades de violencia que presentan todos los días los medios sensacionalistas que invaden nuestro país, donde la sangre brota ya sea por las hojas de ese periódico o por la pantalla del televisor, ya sea por masacres cometidas por la guerrilla, los paras o el mismo estado en representado por el ejército. parece ser que a los colombianos nos gusta ver sangre, dolor y ver humillado al otro (enemigo) que en este caso es un toro que debería estar en grandes pastizales y gozando de su vida animal. Siempre se dice que el torero es un ser valiente, que pararse frente a un toro que le duplica el tamaño y el peso a ese personaje de vestidos graciosos es pa’ machos, pero lo que desconoce la gente es que ese hombre con vestido de payaso y que le queda forrado por todo lado, es más cobarde que cualquiera, se aprovecha de un toro deshidratado, que ha cargado por horas bultos en su lomo, cansado, encerrado en un cuarto oscuro y cuando sale a la luz queda medio ciego por un largo rato y que cuando lo van a matar o a darle la cornada final, no ve a su oponenente, debido a que tiene los ojos ubicados a los costado y le es casi imposible ver a ese criminal que se para enfrente de él con una espada y que está a punto de clavársela.
Al parecer es moda, pues las mujeres voluptuosas, los sombreros y los ponchos sobresalen de la plaza, el ambiente que se vive en una corrida de esas es de quien se encuentre mejor ubicado, quien tenga el mejor sombrero o aparente tener más dinero que el otro quienes defienden la tauromaquia se escudan en argumentos flojos, pero lo que sí se sabe es que atrás de todo eso hay un gran capital que mueve masas por más que digan que es un arte, puede que lo sea, pero que interesante es el arte de ver matar no?, ver como la gente se divierte cuando marean y marean al toro, es justo eso?,
Entonces es cuando pienso que a la gente le falta un corazón que le fluya sangre y le permita sentir todo lo que pasa en estas corridas, que se concienticen que no es una diversión esto que a ellos les parece agradable y muy emocionante, tal vez es porque tienen un corazón artificial de piedra, concienticémonos que esto es un mal para la humanidad y hasta donde queremos llegar con esto. Es momento de reflexionar y ponernos la mano en el corazón, y pensar por un momento que mientras nos quejamos de la violencia, la apoyamos yendo a esos espectáculos crueles y sangrientos, donde a la única víctima no se le puede culpar de pecado alguno, y de esta manera contribuyen al apoyo de esa mal llamada fiesta brava que ni es arte ni es cultura.